-09/10/2008:
Ayer llegamos a Ralco y nos alojamos en unas cabañas con restaurante antes del pueblo: “Doña Pola”, esta montaña parece complicada, y no por su dificultad técnica, si no porque hay que hacer un poco de “jardinería”.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh3X6w12hpdEZ0N-LwDgyzAEZYO85ZYgb0cN0-wd1zsoZJWxDeOxGS1lvWYjGl_DBgoX5umY0cGmq-EWSKTFuv7nVazc5GF-RtBhHEe0yM9YmQPltuqnaygFHuaqVsVPQ_jf-SGe3U2wOY/s640/C8.jpg)
Parece que encontrar el inicio va a ser complicado. Bernard y Philippe ya lo intentaron hace unos años y pringaron. Esta vez vienen mejor informados, seguimos las indicaciones de: andeshandbook, además tenemos la coordenada GPS del punto de partida. Una vez pasado Ralco y al llegar al cruce con el río Pangüe, hay que coger la pista no asfaltada que sale a la izquierda y seguirla hasta que un tronco corta el camino y no deja avanzar.
El problema es que de la pista, a veces salen otras pistas, ¡vaya!, después de equivocarnos varias veces y usando el GPS encontramos la buena pista y el árbol famoso.
Cargamos esquís a la txepa y a patear, estamos a 1200 metros, vamos a pegarnos con el bosque.
Para nuestra sorpresa hay una especie de camino y se sigue bien, tenemos que seguir el río por su derecha y cuando el camino hace amago de cruzar, lo hacemos y empezamos a pisar nieve, sobre 1600 metros empezamos a foquear.
El Callaqui parece inexpugnable, sin embargo hay que subir bien por la izquierda y rodeando las murallas que dan al Oeste pasamos hacia la cara norte o noreste y desde allí y sin problemas se llega foqueando hasta la cima.
La cima es un inmenso campo de fútbol, y en un lateral nos encontramos con un pequeño cráter que emana azufre y que deja la nieve con un color amarillento. Estamos muy contentos, Bernard y Philippe se han quitado la espina y a mi que es mi última cima de este viaje se me queda cara de éxtasis.
El descenso al principio es excelente, más abajo la nieve está pegajosa. Al final han sido 7 horas de actividad para 1925 metros de desnivel positivo.
Mi viaje se ha casi acabado, he tenido mucha suerte con el tiempo y sobre todo con la gente maravillosa que me he ido encontrando (a estos cuatro franceses les debo mucho), los andes chilenos y argentinos son un paraíso para el esquí, con sabor a exploración, ¡ya solo pienso en volver!
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